En diferentes documentos del siglo XVII, se habla ya de “la plaza de este lugar”; es muy posible, por lo tanto, que fuese construida a principios o mediados de dicho siglo.
De dimensiones mayores que la actual, ha ido perdiendo parte de su extensión. A principios del siglo XIX, se cede parte de ella para construir la capilla de la Inmaculada de la Iglesia; luego el aluvión de 1826 la destruye en buena parte y, por último, a finales de ese siglo, la carretera del norte la parte por su mitad quedando reducida a la coqueta plaza que vemos hoy.
La última reforma se realizó en 1901 y consistió en el enlosado de piedra de su pavimento y muros, a los que se adosaron alargados bancos de mampostería; también enlosados, y que se remataron con apoyos labrados en forma curvada a modo de canapés.
Tiene un encanto especial para los rambleros; por sus losas y asientos de piedra, los bancos de madera, las palmeras, el entorno, el bello paisaje de la costa norte de Tenerife que desde ella se divisa y, además, guarda muchos recuerdos de la infancia y juventud de muchos de ellos.
Apoyo labrado en piedra en los bancos |
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