Nota de reconocimiento

San Juan de la Rambla posee un importante patrimonio arquitectónico civil y religioso, que las distintas generaciones de sus habitantes nos han legado para su contemplación y disfrute; todo ello enmarcado dentro de un entorno natural que sus moradores han sabido conservar. Este blog quiere hacerse eco de ese sentir de divulgación y popularización del patrimonio que tanto ha costado levantar y conservar a lo largo de los cinco siglos de existencia del municipio.

La Alhóndiga y la Casa de los Oramas Hernández


La Alhóndiga:

Frente a la casa de la familia Delgado Oramas nos encontramos un edificio que ya existía en el siglo XVI, pero que ha sido muy modificado a lo largo del tiempo y que se le conoce como LA ALHÓNDIGA; su denominación hace referencia a que, durante mucho tiempo, sirvió de Alhóndiga o Pósito.

A finales de dicho siglo, Jacobina Rodríguez, nieta de Martín Rodríguez y esposa de Hernando Donis; era la propietaria de la misma; seguramente la hereda de su padre, Martín Rodríguez el joven y que se utilizaba como granero de la casa principal que era la de la familia Pérez Montañés situada en la misma calle.



A comienzos del siglo XVII fue vendida por su yerno Francisco Pérez Pagés, para ser utilizada como Alhóndiga.

De esa época solo se conservan los muros. El aluvión de 1826 y las sucesivas remodelaciones que ha sufrido han ocasionado que, sus huecos, pisos y techos sean de épocas más modernas. Tenía una escalera exterior para subir a la planta alta y fue derribada en 1931. Su importancia radica es que es uno de los edificios más antiguos del pueblo.


La Casa de los Oramas Hernández:

Esta situada en la calle Temístocles Díaz-Llanos, más allá del antiguo puente y caracterizada por los dos torreones que la coronan. Edificada hacia 1873 por Francisco de Sales Oramas Hernández (1826-1894), esposo de Antonia Hernández Perdomo. A su muerte la heredan sus hijos y descendientes. Gran parte de ella se encuentra deshabitada y en muy mal estado de conservación.





De planta cuadrangular, con pabellón de servicio perpendicular a su parte posterior. La cubierta es de azotea y circundada en su totalidad por un asiento corrido de piedra.

Su fachada, de inspiración neoclásica, se caracteriza por la gran proliferación de componentes de piedra de cantería que contiene en el borde de la azotea, en la gran cornisa de la planta superior, en los marcos adintelados de todas las ventanas y puertas, en el alféizar de toda la planta superior, en las esquinas y zócalos que recorre toda su fachada. Los dos torreones tienen también de piedra los bordes de sus azoteas y sus cornisas superiores.
Las ventanas de la planta alta consisten en puertas de dos hojas que llevan cristales en sus dos tercios; les sirve de antepecho un balaustre de rejería. En la del centro dicho balaustre forma un pequeño balcón apoyado en un saliente del alféizar.

Las puertas de la planta baja son similares a las de las ventanas, excepto la principal formadas por dos cuarterones cuyos cojinetes tienen unos óvalos en relieve. Estos óvalos se repiten en los cuarterones de todas las puertas de la casa, tanto exteriores como interiores.


Balcón con balaustres de rejería
Tras la puerta principal encontramos el zaguán con piso de piedra y, tras una puerta adintelada de cantería, similar a la de la calle, se accede a un patio interior también de piedra, al que las puertas de las habitaciones de la planta baja; a la derecha encontramos un entresuelo y a la izquierda arranca la escalera principal. Otra puerta adintelada de piedra comunica con el traspatio, donde estuvo el jardín de la casa; en él desaguan desde la azotea tres curiosos canalones de cantería.
La escalera que lleva a la planta superior es de dos tramos de madera con barandas de listones cruzados; termina en la antesala en un balconcillo con barandas del mismo tipo.


El piso de la planta alta es de madera y su distribución interior es la típica de las viviendas neoclásicas.

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