Nota de reconocimiento

San Juan de la Rambla posee un importante patrimonio arquitectónico civil y religioso, que las distintas generaciones de sus habitantes nos han legado para su contemplación y disfrute; todo ello enmarcado dentro de un entorno natural que sus moradores han sabido conservar. Este blog quiere hacerse eco de ese sentir de divulgación y popularización del patrimonio que tanto ha costado levantar y conservar a lo largo de los cinco siglos de existencia del municipio.

La casa de los Pérez Montañés



Esta casa recibe dicha denominación porque la habitó durante siglos la familia Pérez Montañés.
Se encuentra situada junto a la casa de la familia Delgado Oramas y en la calle la Alhóndiga. En el siglo XVI ya existió una casa edificada por Martín Rodríguez, el joven, hijo de Martín Rodríguez que fundó la ermita de San Juan y al que se le considera fundador de San Juan de la Rambla. La heredó su nieta Francisca Luisa Ramírez Montañés, casada con Francisco Pérez Pagés (1570-?); de ascendencia portuguesa.



Casa de los Pérez Montañés
Le sucedió su hijo Matías Pérez Montañés (1617-?), casado en Icod con Mariana Viña Gallegos, al que le sucede su hijo primogénito Miguel Viña Montañés (1646-?), casado en 1675 con Luisa del Arco Machado y Timudo.

Durante los siglos XVI, XVII y parte del siglo XVIII, fue una de las casas más importantes del pueblo, y sus moradores de las personas más influyentes en el mismo. Con el fin de que conservase el apellido Montañés, pasó a manos de su hijo Miguel José Viña Montañés y Machado (1681-1735), casado en Icod en 1719 con Catalina Andrea Timudo del Castillo. En esa época y con motivo de los destrozos que el huracán de 1722 había ocasionado en la iglesia de San Juan, el salón de la casa sirvió para colocar el Santísimo y celebrar la Santa Misa.

La hereda su hija Mª Encarnación Viña Montañés y Timudo (1726-?) que casó en 1746 en el Realejo Bajo con Francisco Antonio Peraza de Ayala, pasando la casa a pertenecer a esta familia, que ya no la vivió permanentemente sino en temporadas, también ocurrió lo mismo con sus hijos.

Balcón cubierto a tres aguas
y dos cuerpos
El aluvión de 1826 le produjo bastantes desperfectos, como consecuencia de la entrada de las aguas en gran parte de sus dependencias. La familia Peraza de Ayala desistió de restaurarla y la vendieron en 1840 a Víctor Hernández Yanes (1813-?), que se había casado ese mismo año con Antonia Rodríguez Armas.

Se desconoce si este nuevo propietario la restauró o lo hizo el siguiente inquilino, a quién pasó, seguramente por compra, José María Bautista López (1830-1910). La casa la heredan sus hijos y ha sido habitada durante el siglo XX, por diversos miembros de la familia Bautista, siendo uno de sus nietos, Cándido Díaz-Llanos Bautista (1890-?), el último de dicha familia que la habita. En los años 70’ del siglo XX es adquirida por unos extranjeros.

Ha sufrido muchas modificaciones a la largo de su existencia, y conserva muy poco de su estructura original. La cubierta de la parte principal es de teja, con cornisa corrida de cantería bajo el alero. En su fachada destaca el balcón cubierto a tres aguas, con dos cuerpos y sustentados en dobles canes; tiene antepecho inferior de cuarterones y superior de balaustres torneados. Sendos pies derechos terminados en zapata sustentan la estructura del tejado, formadas por canes y entablamento bajo las tejas. Se accede al mismo mediante una puerta desde la sala principal.
Calle La Alhóndiga
Las ventanas han sido muy modificadas; las originales eran con antepecho, hojas y postigos de cuarterones con cojinetes en relieve; cristales en la parte superior y asientos curvos en su interior.
La puerta de la calle es lisa y da acceso al zaguán de losas de piedra, al que se abren dos salas bajas que conservan el piso de piedra. El resto de la planta baja y el primer tramo de la escalera que da acceso a la planta superior está totalmente modificada y no queda vestigio alguno del original. El segundo tramo de la escalera, que sí es el original, nos lleva a la antesala, que está irreconocible.
De esta planta alta, lo único que conserva su pasado es la sala principal con la puerta que le da acceso y una habitación anexa; tienen el piso de madera y una magnífico techo. El artesonado mudéjar de esta sala es una verdadera joya del siglo XVII, con incisiones acanaladas en todos sus elementos. Tiene doble tirante central y otros también dobles en las esquinas, con decoración de lacería en todos ellos; dicha decoración se repite también en lo alto del artesonado de ambas dependencias.

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