Nota de reconocimiento

San Juan de la Rambla posee un importante patrimonio arquitectónico civil y religioso, que las distintas generaciones de sus habitantes nos han legado para su contemplación y disfrute; todo ello enmarcado dentro de un entorno natural que sus moradores han sabido conservar. Este blog quiere hacerse eco de ese sentir de divulgación y popularización del patrimonio que tanto ha costado levantar y conservar a lo largo de los cinco siglos de existencia del municipio.

Cementerio antiguo y Calvario



El Cementerio antiguo:


Desde mediados del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX, las personas que fallecían en el pueblo, eran enterradas en el suelo de la iglesia de San Juan Bautista si tenían sepulturas en propiedad, ya sea por compra o por concesión del Obispo o pertenecían a una de las distintas cofradías que existían en el momento de su fallecimiento y eran sepultados en la parcela que poseía cada una de ellas dentro de la misma; los pobres eran enterrados en el exterior, cerca de la puerta de entrada.

Fachada del Cementerio antiguo
Aunque desde 1787 el rey Carlos III abolió la costumbre de enterrar en el interior de las iglesias, en San Juan de la Rambla se incumplió sistemáticamente dicha orden hasta que la falta de espacio, la higiene y otras circunstancia obligaron a la Parroquia la construcción de un cementerio. Este hecho se produce en octubre de 1850.

Está situado en el extremo oeste, muy próximo a la antigua cantera del pueblo y junto al Calvario. De planta rectangular amurallada y a dos niveles; el más alto se encuentra a la altura de la calle o antigua carretera Santa Cruz-Icod, al más bajo, se accede mediante una amplia escalera de piedra.

La entrada al recinto se realiza por medio de una puerta instalada en un grueso muro de mampostería con forma triangular y líneas onduladas. En dicha pared existen elementos con forma piramidal y coronada por una cruz encajada en una esfera, todo ello tallado en piedra.

Al bajar la escalera, hallamos un pasillo enlosado en piedra que separa en dos el cementerio y donde están distribuidas, las diversas tumbas señaladas con cruces sobre peanas de piedra de cantería, formando bandas paralelas rodeadas por jardines y que nos lleva hasta el fondo del recinto donde se encuentra la capilla funeraria, pequeña, con arco de medio punto y frontón situado sobre paramento alargado; su fachada la remata sendos adornos piramidales a ambos lados del frontón. En su interior, hay una gran hornacina acristalada, donde se encuentra un crucificado de madera tallada y policromada, muy alterada por los efectos del sol. Este crucificado estuvo, antes de la construcción del cementerio, en el altar mayor de la parroquia de San Juan. A ambos lados de la capilla se encuentran diferentes nichos que, al igual que ésta, se encuentran rematados por columnas y arcos de cantería y que pertenecieron a los párrocos y familias que colaboraron económicamente en la construcción del cementerio.


Interior Cementerio antiguo

Utilizando los buenos materiales que proporcionaba la cantera del pueblo muy próxima al cementerio, en el último tercio del siglo XIX, las familias pudientes que carecían de nichos junto a la capilla, deciden levantar, en la pared derecha del mismo, sendos panteones familiares.

Estos panteones, con fachadas de cantería, rematada en un frontón y una verja metálica como puerta, según el orden en el que están dispuestos, pertenecieron a las siguientes familias; el de Antonio Díaz-Llanos Rodríguez (1783-1871), que perteneció a la familia Díaz-Llanos. El de Pedro Felipe Borges (1813-1898), perteneció a esta rama de la familia Borges. El de Francisco de Sales Oramas Hernández (1826-1894), que perteneció a esta rama de la familia Oramas. El de la familia Lorenzo cuyos titulares fueron los hermanos Pedro (1853-1918) y Cristóbal ( 1864-1914) Lorenzo González y el de la familia Pérez Delgado, cuyos titulares fueron Juan Pérez Delgado (1836-1921) y su sobrino Antonio Pérez Rodríguez (1854-1940).



 El Calvario:


Es muy frecuente la existencia de un Calvario en muchos de los pueblos de la isla. Según diversos documentos, desde el siglo XVII ya existía un calvario que estaba situado a la entrada del pueblo, posiblemente en la zona conocida actualmente como El Cubo; pero el aluvión de 1826 se lo llevó dejando únicamente una cruz. Por iniciativa del alcalde de aquella época, Miguel Fernández del Castillo, se construye uno nuevo en 1849; a la salida del pueblo, justo al lado donde, el siguiente año, se construye el cementerio viejo.

Calvario junto al Cementerio antiguo
Es una construcción rectangular a la que se accede por medio de una puerta sin dintel, en su frente existe una valla de celosías de madera enmarcadas en pilastras, rematada por losas molduradas, sobre las que se han instalado macetones o jarrones de piedra. Su interior es un pequeño patio y en su fondo se alza una amplia hornacina acristalada con las figuras – en tablas, recortadas y pintadas- de Jesús crucificado, la Virgen y San Juan, éstas han sido restauradas recientemente por Dácil Pérez Batista. 
Remata dicha hornacina acristalada flanqueada por dos alargadas pilastras, un frontón triangular moldurado en piedra, en cuyo tímpano se encuentra un pequeño cuadro que representa la cabeza de Cristo y en sus extremos dos jarrones iguales a los de la entrada; en lo alto del frontón, una peana que sostiene una cruz de madera.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario